No sé si habréis visto últimamente en la televisión el anuncio que dice algo así como que comer carne de conejo está de moda. Yo no he visto tontería igual en mucho tiempo, o quizás sí, pero la verdad es que la carne de conejo está riquísima. Es una carne muy distinta a la del pollo, en cuanto a textura y sabor se refiere y para mi gusto mucho más deliciosa. Además es una carne perfecta para hacerla con cualquier tipo de salsa y condimento.
Nosotros la hemos hecho con una salsa a base de vino y ajo principalmente, pero si quieres saber el proceso y todos los ingredientes que hemos añadido a nuestro plato de hoy, quédate con nosotros.
- 1 conejo troceado
- 4 huevos
- ½ cebolla
- 7 dientes de ajo
- 200 ml de vino blanco
- 200 ml de agua
- 1 pastilla de caldo
- Sal
- Pimienta negra
- Aceite de oliva
- En una olla, ponemos un buen chorro de aceite de oliva a calentar. Mientras calienta, vamos a ir pelando algunos de los ajos seleccionados, otros los dejaremos enteros, incluida la cáscara pero dándoles un leve chasquido para que se rompa y añada sabor al plato. También pelaremos media cebolla y la cortaremos a juliana. Cuando el aceite se haya calentado añadimos tanto los ajos como la cebolla y dejamos pochar.
- Cuando ya haya pochado todo, añadimos la carne del conejo ya limpiada y troceada y también una pastilla de caldo de pollo. Removemos bien y dejamos que se haga la carne durante unos 5 minutos a fuego medio-alto. Cuando haya dorado un poco la carne le añadimos el vino a fuego alto para que se evapore el alcohol.
- A continuación, le añadiremos el resto de ingredientes: agua, pimienta negra y sal. Volvemos a mover y dejamos hacerse durante unos 20 minutos a fuego lento.
- Cuando ya se haya hecho la carne, freiremos un huevo por comensal para acompañar a nuestro plato.